Vivimos un momento absolutamente
alucinante en la historia de la humanidad, solo comparable a aquel prodigio al que los
antropólogos denominan "el eslabón perdido".
Nuestro ser ha sido ampliado. Vemos más,
mucho más, que nuestros antepasados más cercanos (y así es porque, por lo
general, cuanto más jóvenes somos, mucho más vemos). Oímos más. Nos comunicamos más.
Viajamos más (así en el tiempo como en el espacio). Nos relacionamos más. Todo es más,
dentro y fuera de nosotros.
Esto que digo no es una canalización
(que yo sepa). Se trata simplemente de una simple constatación de los hechos fundamentales
de esta Era Tecnológica que nos ha convertido a todos (yuppies, hippies, hipsters,
brokers, fontaneros, carpinteros, bailarines y amos de casa) en una especie de
cíborgs todavía no integrados que empiezan a darse cuenta de que toda su
realidad ha sido ampliada.
Vemos más que ninguna generación anterior, pues vivimos en un
mundo colmado de imágenes creadas por hombres y mujeres contemporáneos: cine,
televisión, arte, artes gráficas, diseño, etc. Imaginemos a los habitantes de
la Vall de Boí en la Edad Media. La mayor parte de aquellas gentes las únicas imágenes
creadas por el ser humano que iban a ver a lo largo de toda su vida eran aquellas pinturas que aún hoy
admiramos. Desde luego, nuestra visión ha sido generosamente ampliada.
Vemos más imágenes y con increíble precisión.
Ayer tomé conciencia de ello viendo un documental de la2 sobre insectos. Me
resultó fascinante relacionar la imagen del ala de una libélula ,vista en HD y sobre la que
centelleaban unas gotas de rocío, con la visión que tuvieron mis
abuelos del mundo de las libélulas. Nosotros podemos ver hormigueros por
dentro, estudiar -desde el cómodo sofá de casa- una realidad oculta a los ojos
de nuestros antepasados, y con una riqueza de detalles y una accesibilidad que ni el más osado
científico del siglo XIX hubiera podido ni tan siquiera imaginar posible.
Esto es también así por lo que respecta a nuestra
capacidad de audición: la cantidad y variedad de música a la que hoy tenemos
acceso es casi infinita. La calidad con la que podemos degustar este inmenso
menú, sobrecogedora. La oferta de eventos musicales en nuestro entorno no cesa
de crecer. Pensemos en aquellos aldeanos gallegos de principios del siglo XX que
toda la música que oían era la que ellos mismos cantaban y tocaba, música
rica y generosa que he tenido la suerte de poder degustar muchas veces durante los
cinco años que fui gallega (sin haber dejado aún de serlo). Cualquier
comparación resulta sencillamente asombrosa.
Respecto a la capacidad de comunicarnos,
ya sea con otros como con nosotros mismos, ha crecido agigantadamente. Telefonía,
mensajería instantánea, chats, redes sociales… Eso por lo que respecta a la
comunicación exterior. Psicoanálisis y psicoterapias varias, meditación, yoga, relajación,
visualización, biodescodificación, coaching… Viajamos más (más lejos, a más lugares, con más frecuencia)... Vivimos más experiencias que nos ayudan a conocernos más y mejor. Solo algunos pocos pudieron en el pasado
acceder a degustar la vida con la plenitud de espectro que nosotros tenemos a
nuestro alcance experimentar hoy en día.
Nunca antes pudimos conocer la historia de la humanidad con tanta facilidad de acceso a incontables documentos y documentales,
conferencias, cursos online y presenciales. La Universidad es demasiado cara,
de acuerdo, pero todos podemos ir de oyentes a muchas clases y conferencias. ¡Bendito
sea YouTube, que tan lleno está de basura como de sabiduría al alcance de todos nosotros!
Lo tenemos todo a la distancia de un clic.
El Universo entero mostrándose en fotos de la NASA y comunicándose a través del Comandante Ashtar Sheran, lor arcturianos, los
pleyadianos y otras buenas gentes de otros planetas y dimensiones... Con quienes tengan a bien escucharlos. Aunque en este caso pienso que no hay comunicación más valiosa entre el ser humano y el Universo que la que surge al contemplar el cielo nocturno en una noche clara sin contaminación lumínica... Y aquí, quizás solo aquí, nuestros antepasados nos llevaron ventaja.
Vivimos en una realidad ampliada como nunca antes el ser humano haya conocido. Llegados a este punto, estoy segura de que tú, como yo, te estarás preguntando:
Vivimos en una realidad ampliada como nunca antes el ser humano haya conocido. Llegados a este punto, estoy segura de que tú, como yo, te estarás preguntando:
¿PARA QUÉ TODO ESTO,
SINO PARA IMPULSAR UN GRAN SALTO HACIA ADELANTE?
La tecnología es solo nuestro trampolín, nuestro columpio. No olvidemos que cada uno de nosotros es el único responsable de su propio salto.
SINO PARA IMPULSAR UN GRAN SALTO HACIA ADELANTE?
La tecnología es solo nuestro trampolín, nuestro columpio. No olvidemos que cada uno de nosotros es el único responsable de su propio salto.