Me pregunté a mí misma: “Lo que estoy
viviendo ahora, ¿es positivo o negativo?”.
Y a mí misma me respondí: “Creo que te
estás haciendo la pregunta equivocada. Pregúntate mejor si lo que estás
viviendo es constructivo, pues nada hay más positivo que lo constructivo”.
A lo cual me contesté: “De acuerdo. Pero entonces surge en mí otra
pregunta: Lo que estoy viviendo, ¿es constructivo o destuctivo?”.
La respuesta llegó, de nuevo, desde mí
misma: “Difícilmente hay construcción sin destrucción, pero existe un tipo de destrucción muy nutritiva, cuando aquello que
aparentemente se destruye no es desintegrado sino integrado,
como las hojas muertas que alimentan las raíces para el surgimiento de una
nueva primavera: observa cómo en el invierno la primavera se nutre del otoño, ese festín que ocurre tras la generosa cosecha del verano”.
Al final, siempre es la vida quien
responde. Así en lo individual como en lo colectivo. Esta es una verdad que no
debe ser obviada ni olvidada, pues cuando estemos perdidos -y, si lo necesitamos, lo estaremos-, será en la vida –esa
vida que habla con elocuencia en el acontecer de la naturaleza- donde hallemos una guía fiel y certera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario