martes, 1 de diciembre de 2015

UNA HISTORIA DE AMOR VERDADERO

La vida es una historia de amor en la que es tan fácil amar a la humanidad como difícil es amar a un ser humano singular, con sus grandezas y sus mezquindades, con sus luces y sus sombras, con sus logros y sus fracasos. Y, de entre todos los millones de seres humanos que poblamos este hermoso planeta, el más difícil de amar es sin duda aquel que nos devuelve la mirada desde el espejo y al que solemos llamar "yo", aunque casi nunca sabemos muy bien quién es ese "yo" al que nombramos. 

No puedo añadir nada más. Todavía tengo que aprender esta lección, a sabiendas de que el amor verdadero empieza cuando logramos aprobar esta importantísima asignatura pendiente.



domingo, 15 de noviembre de 2015

INTEGRARLO TODO, o cómo en el invierno la primavera se nutre del otoño, ese festín que ocurre tras la generosa cosecha del verano

Me pregunté a mí misma: “Lo que estoy viviendo ahora, ¿es positivo o negativo?”.

Y a mí misma me respondí: “Creo que te estás haciendo la pregunta equivocada. Pregúntate mejor si lo que estás viviendo es constructivo, pues nada hay más positivo que lo constructivo”.

A lo cual me contesté:  “De acuerdo. Pero entonces surge en mí otra pregunta: Lo que estoy viviendo, ¿es constructivo o destuctivo?”.

La respuesta llegó, de nuevo, desde mí misma: “Difícilmente hay construcción sin destrucción, pero existe un tipo de destrucción muy nutritiva, cuando aquello que aparentemente se destruye no es desintegrado sino integrado, como las hojas muertas que alimentan las raíces para el surgimiento de una nueva primavera: observa cómo en el invierno la primavera se nutre del otoño, ese festín que ocurre tras la generosa cosecha del verano”.



Al final, siempre es la vida quien responde. Así en lo individual como en lo colectivo. Esta es una verdad que no debe ser obviada ni olvidada, pues cuando estemos perdidos -y, si lo necesitamos, lo estaremos-, será en la vida –esa vida que habla con elocuencia en el acontecer de la naturaleza- donde hallemos una guía fiel y certera.


martes, 3 de noviembre de 2015

Transformar las espinas en rosas: una interpretación simbólica del cuento de La Bella Durmiente

Este artículo va dirigido muy especialmente a todos aquellos que están experimentando las turbulencias previas al gran salto. Me refiero a ese asedio insistente de todos nuestros miedos, los guardianes del umbral que ponen a prueba nuestra firme voluntad de avance. Nos incordian como diablos traviesos y también como cueles demonios torturadores, pero solo están cumpliendo con su función: proteger el tesoro. Y el tesoro no es ni más ni menos que nuestro despertar a una realidad superior, el acceso a una conciencia expandida que nos permita vivir al fin más allá del miedo. Protegen aquello que siempre hemos perseguido bajo todo tipo de formas: el recuerdo pleno de una verdad antigua y que, a la vez, debe renacer mediante la capacidad creadora de la creencia, con la fuerza de la firme intención y haciendo un uso coherente del poder de la pablabra.

Ayer entendí con mayor profundidad que nunca antes un famoso fragmento de La Bella Durmiente al que -y era consciente de ello- no le había acabado de sacar su jugo más sabroso. Me refiero al momento en el que, transcurridos los cien años de letargo para la corte de la curiosa princesa que da nombre al cuento, un príncipe decide adentrarse a través del muro de espinas con el que la zarzas de escaramujo han cubierto el castillo. Otros muchos lo habían intentado antes sin éxito y habían perecido víctimas de los feroces pinchos del rosal silvestre. Pero aquel era el momento justo y él era el predestinado, así que todo fue distinto esta vez.

Pero en esa fecha los cien años ya se habían cumplido, y el día en que la princesa debía despertar había llegado. Cuando el príncipe se acercó a donde estaba el muro de espinas, no había otra cosa más que bellísimas flores, que se apartaban unas de otras de común acuerdo, y dejaban pasar al príncipe sin herirlo, y luego se juntaban de nuevo detrás de él como formando una cerca.

El larguísimo sueño de la princesa en lo alto de la torre expresa simbólicamente la desconexión de la mente racional y el yo espiritual. Cuando la mente racional se activa (gran logro evolutivo para el ser humano, por cierto), se diría que el alma desaparece de escena: recordemos que todas las princesas de los cuentos simbolizan nuestro yo espiritual, alma, o llámese cómo se quiera. Pero, y así nos lo anuncia el cuento en cuestión, hay un momento en el que todo es propicio para el despertar, es decir, para el recuerdo de nuestra identidad espiritual. ESE MOMENTO ES AHORA. De ahí las turbulencias que nos agitan, ese tambalearse de todo aquello que conocíamos como nuestra estable realidad y esa sensación de no reconocernos a nosotros mismos. HA LLEGADO LA HORA DE DESPERTAR A LA PRINCESA DORMIDA. Por eso, cuando el príncipe se acerca a las espinas, estas se han transformadon en rosas y se apartan para facilitar su avance. El muro de espinas simboliza los miedos terribles que parecen confabularse para impedirnos el paso: acerquémonos a ellos con la misma valentía que manifiesta el príncipe del cuento ("No tengo miedo", le responde este al viejo que quiere advertirle de los peligros que le aguardan) y, con el amor como única arma, despertemos a nuestro ser dormido para que el Paraíso Terrenal se manifieste en la Tierra mediante la renovada visión de una conciencia expandida. Que así sea. No temamos nada, pues lo único que puede impedirnos este obligado salto evolutivo de reencuentro con nosotros mismos y de integración de todo nuestro recorrido humano es que el miedo nos haga dar la vuelta y renunciar. ¿Cuántas más vidas necesitaremos para conseguir completar nuestra hazaña? Recordad que no son demonios: solo son miedos cumpliendo su función de guardianes del tesoro: aunque temblemos de terror, avancemos, pues las zarzas se irán apartando a nuestro paso y las espinas se tornarán rosas para celebrar que al fin lo hemos conseguido. Por eso no está permitido rendirse. A pesar de todos los miedos... Ahora es la hora... Ahora, solo ahora, siempre ahora... Ahora o nunca.


martes, 20 de octubre de 2015

EL GRAN SALTO

Como seres humanos, todos somos peregrinos en un largo camino colectivo que, desde los más remotos orígenes de la humanidad, nos ha llevado a conquistar cotas cada vez más altas de conciencia… Hasta llegar al momento actual, un tiempo complejo y trascendente como ninguno en el que la cima de esa montaña que hemos estado escalando se encuentra abarrotada de gente como tú, como yo, como nosotros y nosotras, anhelantes todos de un tiempo nuevo para la humanidad.
Al llegar a la cima, hubo ocasiones en las que nos sentimos superiores a los que iban ascendiendo por tramos anteriores del camino y quisimos aleccionarlos, sin comprender que cada cual tiene su momento perfecto para llegar a la cumbre. Desde hace un tiempo, al fin hemos aceptado que tras cada acontecimiento existe una perfección oculta, invisible la mayor parte de las veces para nosotros, sobre todo cuando estamos involucrados en dichos acontecimientos. Hemos comprendido que la realidad se extiende muchos más allá de lo aparente y que nosotros mismos somos muchísimo más que lo que creíamos ser. Lo hemos comprendido y ahora nos toca experimentarlo.
Los que abarrotamos la cumbre estamos bloqueando el acceso a los que están a punto de acceder a ella. Nuestra responsabilidad individual y colectiva es seguir avanzando. Pero, ¿avanzar hacia dónde? El camino parece haber terminado, se diría que hemos llegado a lo más alto... ¿Será que avanzar es dar un salto al vacío, un salto de fe y esperanza a fin de experimentar las más altas cotas de ese amor incondicional que todos somos y, paradójicamente, todos estamos anhelando?
¿Para qué saltar? Ante todo, por responsabilidad colectiva… Pero también por la voluntad individual de manifestar una mejor versión de nosotros mismos. Hemos llegado a la cima, ¿por qué conformarnos? Podemos sentir que hay una vida nueva esperándonos más allá del salto pues, si hay más conciencia, todas nuestras experiencias van a engrandecerse y, al enriquecerse de este modo nuestra experimentación, nuestras vidas se transformarán prodigiosamente aportándonos más plenitud, más paz, más alegría y una mayor realización.
Pero, ¿cómo saltar? El abismo nos asusta mucho. En su oscuridad habitan todos nuestros miedos. La prueba es definitiva y se exige coraje, el coraje de columpiarnos sobre el abismo mientras nuestros demonios personales nos recuerdan que nunca lo conseguiremos. Cuando el columpio vaya hacia adelante, vislumbraremos el camino de la esperanza, pero este rápidamente desaparecerá y de nuevo llegarán las voces del abismo dispuestas a robárnoslo todo... O poniendo a prueba nuestra voluntad y nuestro compromiso con esa vida nueva, con esa versión mejorada de nosotros mismos que espera poder nacer de las cenizas de lo que ya no somos
Y así, yendo y viniendo en el columpio, podemos pasarnos toda la vida, si queremos… O, peor aún: podemos decidir abandonar la cumbre descendiendo por el doloroso camino que nos ha traído hasta ella. Aunque quizás la única pregunta que deberíamos plantearnos sea esta: ¿POR QUÉ NO SALTAR? Sabemos que ir más allá del salto significa trascender los miedos y hacerlo definitivamente. ¿Te imaginas poder vivir una vida sin miedo, consciente de tu poder y ejerciéndolo con sabiduría? ¿Puedes imaginarlo? Pues deja de imaginar, deja de columpiarte y… ¡SALTA!


sábado, 10 de octubre de 2015

LA VIDA ESPIRITUAL: UN EXPERIMENTO

En todo ser humano existe el potencial de experimentar la vida espiritualmente. No me refiero a seguir dogmas ni rituales, sino a ser a la vez protagonista y testigo de un gran experimento: vivir una vida ordinaria de forma extraordinaria.

Pero, ¿a qué me refiero cuando hablo de vivir la vida espiritualmente? Pues a algo tan simple como vivir una vida consciente, estar abiertos a la maravilla y al misterio, hacer de la fe una varita mágica capaz de crear nuevos horizontes, comprometerse con la esperanza y ejercer la excelencia de lo que en verdad y en esencia somos: auténtico amor incondicional en acción. Quizás podría incluir más elementos en esta descripción, pero con lo expuesto podemos hacernos una idea de que vivir una vida espiritual está al alcance de cada ser humano que se lo proponga.

Recuerdo, en el sublime documental de Werner Herzog La cueva de los sueños olvidados, las palabras del paleontólogo Jean Clottes, director de la investigación de esa cápsula del tiempo que es la cueva de Chauvet con sus pinturas rupestres:

 «Se nos define como homo sapiens, pero no es una buena definición: no sabemos tantas cosas. Más bien somos homo spiritualis

Eso somos: homo spitirualis. Si todavía no lo sabemos, está en nuestro camino evolutivo descubrirlo... O redescubrirlo (así lo afirman expertos en evolución de la conciencia como Ken Wilber). La mente racional, ese gran logro de la humanidad, nos arrebató nuestra conexión espiritual para que, en estadios evolutivos posteriores, podamos reencontrarla liberada de dogmas, como pura experiencia vital... O experimento: así casamos a la mente racional con la experiencia espiritual, haciendo del científico un místico o viceversa.

¿Cómo hacerlo? No es difícil. Hay mucha información a la que se puede acceder: en los textos sagrados de todas las tradiciones religiosas, en escuelas esotéricas, en blogs y páginas webs y en miles de vídeos de YouTube. Hay cursos, talleres, retiros y todo tipo de prácticas en las que podemos iniciarnos. Elige la que quieras, sumérgete en ella sin jamás olvidarte de ser libre y sin tampoco descuidar tu valiosísismo espíritu crítico. Vive y observa, saca tus conclusiones. Te aseguro que ningún experimento vale más la pena que este: conócete a ti mismo y conocerás el misterio más grande del Universo. Como en cualquier experimento, se trata de ensayar y equivocarse tantas veces como haga falta hasta obtener un resultado positivo. No te creas nada ni tampoco excluyas nada por tus prejuicios. Ábrete a los regalos de la experiencia y disfrútala intensamente.

Ensayo-error, ensayo-error, ensayo-error... Hasta conseguir un milagro.



lunes, 28 de septiembre de 2015

COMPROMETIDOS CON LA ESPERANZA

Algunos estamos viviendo momentos de cambios profundos en nuestra percepción del sistema de vida en la Tierra. Lo que nos complacía, ya no nos complace. Lo que anhelábamos, nos resulta indiferente. Nuevas prioridades emergen y todo parece estar cambiando a pasos agigantados. Podemos sentir, quizás, que estamos siendo arrastrados por un torbellino de fuerza que sacude los cimientos sobre los que asentábamos nuestro concepto de realidad. El suelo que pisamos es nuevo cada día. Sentimos que, a partir de ahora, vamos a tener que vivir sin certezas, a veces a tientas y siempre con mucho coraje. El miedo nos tenderá emboscadas en cualquier tramo del recorrido: estemos alerta. Si los miedos nos detienen, nuestra vida caerá irremediablemente en el estancamiento. Solo nos queda avanzar sostenidos por la fe en cada uno de nuestros pasos, absolutamente comprometidos con la esperanza y con el corazón repleto de amor.



domingo, 20 de septiembre de 2015

VIVIENDO EL TIEMPO NUEVO

Muchos hablan de las energías de este mes de septiembre, que para mí empezó dos días antes de la segunda luna llena de agosto, la luna de la cosecha. Como estoy inmersa en un proceso de desconexión exterior para afinar mi reconexión interior, apenas he leído nada al respecto, así que no opinaré. Solo quiero decir que AL FIN estoy empezando a vivir el tiempo nuevo y creo que eso tiene que ver con las energías que están siendo movilizadas en la Tierra. Siento que es un momento perfecto para ir hacia nuestro centro y conectar con nuestra esencia, buscar nuestra verdad para poder construir -desde la individualidad- un proyecto colectivo orientado a la creación de una nueva Tierra. Que nadie se sienta solo ante los desafíos. Auténticas revoluciones están ocurriendo ahora dentro de muchos seres humanos... Y recordad que un solo ser humano es capaz de promover grandes transformaciones colectivas: Martin Luther King, Nelson Mandela, Teresa de Calcuta, Vicente Ferrer, Pepe Mujica... Cualquiera de nosotros. Tú, ¿por qué no? Un mundo nuevo lo necesita todo nuevo. Un mundo nuevo te necesita a ti... Y a ti... Y a ti... Y a mí también. Pero nos necesita nuevos, transformados, auténticos.

Es por responsabilidad con este proceso de transformación interior-exterior que sigo viviendo en un relativo silencio social pues, ¿cómo si no podría oír la voz de mi alma guiándome en el peligroso paso del Estrecho de Magallanes? Es tiempo de verdad y de coraje, de atreverse aunque el miedo siga ahí, tentándonos para que jamás crucemos el puente. Pero solo al otro lado del puente podremos encontrar aquello que tanto y tanto hemos estado buscando, la respuesta a la gran pregunta: ¿QUIÉN SOY YO? En la vida solo hay un trabajo a realizar: NOSCE TE IPSUM, CONÓCETE A TI MISMO. Tan simple que nos asusta. Tan necesario que ninguno de nuestros más íntimos anhelos será posible hasta que saboreemos la respuesta a esta pregunta sagrada.

miércoles, 10 de junio de 2015

TECNOLOGÍA Y SALTO DE CONCIENCIA

Vivimos un momento  absolutamente alucinante en la historia de la humanidad, solo comparable a aquel prodigio al que los antropólogos denominan "el eslabón perdido".

Nuestro ser ha sido ampliado. Vemos más, mucho más, que nuestros antepasados más cercanos (y así es porque, por lo general, cuanto más jóvenes somos, mucho más vemos). Oímos más. Nos comunicamos más. Viajamos más (así en el tiempo como en el espacio). Nos relacionamos más. Todo es más, dentro y fuera de nosotros.

Esto que digo no es una canalización (que yo sepa). Se trata simplemente de una simple constatación de los hechos fundamentales de esta Era Tecnológica que nos ha convertido a todos (yuppies, hippies, hipsters, brokers, fontaneros, carpinteros, bailarines y amos de casa) en una especie de cíborgs todavía no integrados que empiezan a darse cuenta de que toda su realidad ha sido ampliada.

Vemos más que ninguna generación anterior, pues vivimos en un mundo colmado de imágenes creadas por hombres y mujeres contemporáneos: cine, televisión, arte, artes gráficas, diseño, etc. Imaginemos a los habitantes de la Vall de Boí en la Edad Media. La mayor parte de aquellas gentes las únicas imágenes creadas por el ser humano que iban a ver a lo largo de toda su vida eran aquellas pinturas que aún hoy admiramos. Desde luego, nuestra visión ha sido generosamente ampliada.

Vemos más imágenes y con increíble precisión. Ayer tomé conciencia de ello viendo un documental de la2 sobre insectos. Me resultó fascinante relacionar la imagen del ala de una libélula ,vista en HD y sobre la que centelleaban unas gotas de rocío, con la visión que tuvieron mis abuelos del mundo de las libélulas. Nosotros podemos ver hormigueros por dentro, estudiar -desde el cómodo sofá de casa- una realidad oculta a los ojos de nuestros antepasados, y con una riqueza de detalles y una accesibilidad que ni el más osado científico del siglo XIX hubiera podido ni tan siquiera imaginar posible.

Esto es también así  por lo que respecta a nuestra capacidad de audición: la cantidad y variedad de música a la que hoy tenemos acceso es casi infinita. La calidad con la que podemos degustar este inmenso menú, sobrecogedora. La oferta de eventos musicales en nuestro entorno no cesa de crecer. Pensemos en aquellos aldeanos gallegos de principios del siglo XX que toda la música que oían era la que ellos mismos cantaban y tocaba, música rica y generosa que he tenido la suerte de poder degustar muchas veces durante los cinco años que fui gallega (sin haber dejado aún de serlo). Cualquier comparación resulta sencillamente asombrosa.

Respecto a la capacidad de comunicarnos, ya sea con otros como con nosotros mismos, ha crecido agigantadamente. Telefonía, mensajería instantánea, chats, redes sociales… Eso por lo que respecta a la comunicación exterior. Psicoanálisis y psicoterapias varias, meditación, yoga, relajación, visualización, biodescodificación, coaching… Viajamos más (más lejos, a más lugares, con más frecuencia)... Vivimos más experiencias que nos ayudan a conocernos más y mejor. Solo algunos pocos pudieron en el pasado acceder a degustar la vida con la plenitud de espectro que nosotros tenemos a nuestro alcance experimentar hoy en día.

Nunca antes pudimos conocer la historia de la humanidad con tanta facilidad de acceso a incontables documentos y documentales, conferencias, cursos online y presenciales. La Universidad es demasiado cara, de acuerdo, pero todos podemos ir de oyentes a muchas clases y conferencias. ¡Bendito sea YouTube, que tan lleno está de basura como de sabiduría al alcance de todos nosotros!

Lo tenemos todo a la distancia de un clic. El Universo entero mostrándose en fotos de la NASA y comunicándose a través del Comandante Ashtar Sheran, lor arcturianos, los pleyadianos y otras buenas gentes de otros planetas y dimensiones... Con quienes tengan a bien escucharlos. Aunque en este caso pienso que no hay comunicación más valiosa entre el ser humano y el Universo  que la que surge al contemplar el cielo nocturno en una noche clara sin contaminación lumínica... Y aquí, quizás solo aquí, nuestros antepasados nos llevaron ventaja.

Vivimos en una realidad ampliada como nunca antes el ser humano haya conocido. Llegados a este punto, estoy segura de que tú, como yo, te estarás preguntando:

¿PARA QUÉ TODO ESTO, 
SINO PARA IMPULSAR UN GRAN SALTO HACIA ADELANTE?

La tecnología es solo nuestro trampolín, nuestro columpio. No olvidemos que cada uno de nosotros es el único responsable de su propio salto.



martes, 9 de junio de 2015

LOS TILOS, EN JUNIO

En junio, los tilos.
Quisiera vivir siempre envuelta en su aroma.
Aunque, si así fuera, no los olería.
Los tilos, en junio.



domingo, 7 de junio de 2015

¿PARA QUÉ SALTAR?

Ascendía
Caminaba a oscuras y con miedo
Sin dejar nunca de ascender, subía.
El camino era abrupto y, con fatiga,
Jamás dejé de subir, pues me elevaba.
Faltaba el aire y, aun ahogándome, me encumbraba.
Y fue así como un día,
Un día como otro, o como ninguno,
Se hizo la luz y me sorprendió en la cima.
La cima desde la que se percibe la totalidad del camino.
La cima donde el horizonte se agiganta.
La cima en la que el único peligro 
Es agigantarme yo,
Despreciando la menudencia
De cualquier ser diminuto en la distancia:
Error de perspectiva de quien aún no ha aprendido
El sutil arte de ver con los ojos cerrados.
Cierro los ojos. Respiro: oscuridad sin miedo.
Y siento. Solo siento. Todo siento.
La montaña bajo mis pies.
La inmensidad sobre mi cabeza.
Y yo… Sea quien sea ese yo al que nombro y desconozco.
En el sentir estoy, sintiendo
La presencia de un columpio
Péndulo del infinito. 
¿Para qué columpiarme? 
¿Acaso para calmar la sed de mi niñez perdida? 
¿O tal vez para impulsar mi gran salto hacia delante?
Una acrobacia mucho más allá del miedo, 
De todos mis miedos, 
De todos mis límites, 
De todas mis inseguridades.
Un salto de confianza absoluta en la fuerza de mis alas,
Invisibles e inútiles, cuando los pies se aferran al suelo.
Inútiles e invisibles, me recuerdan a coro todos mis demonios.
¿Para qué saltar, sino para callarles la boca?
A mis miedos Astutos maestros de coraje.
A mis límites Desafiantes maestros de superación.
A mis inseguridades Insidiosas maestras de autoestima. 
Y en el columpio me columpio Me columpio Me columpio
Sobre un abismo de abismos me columpio.
Y el abismo abismalmente me recuerda:
“¡Ahora es la hora! ¡Ahora! ¡Ahora!
De soltar y saltar. De saltar y volar. Ahora.
Hacia el recuerdo de quién eres Ahora.
Para descubrirte inabarcable Ahora. 
Ahora Solo ahora. Siempre ahora.
Ahora o nunca”.

Poema con el que dije que sí a una propuesta que me ha llevado a participar en la Fiesta de la Poesía de Rubí, mi ciudad, tras 34 años de ausencia: la última vez que lo hice tenía 14 añitos y muchos sueños. Como es hora de despertar, volver ha sido divertido, como columpliarse sobre el abismo pero amando al abismo.


lunes, 25 de mayo de 2015

Bocadito de Tiempo Nuevo

–Todas las mañanas, un hombre recorre el Gran Parque, corriendo hacia ninguna parte. Sus piernas son fuertes y se entrena para que así sean, preparándose para correr maratones… O eso cree él. Lo que yo sé es que un día ese atleta podrá ser un héroe gracias a esas piernas robustas, pues ese día podrá tomar entre sus brazos a un niño y correr rápido, muy rápido, alejándolo del peligro. Quien ahora lo vea correr por el parque, solo verá a un hombre haciendo jogging; yo siempre he visto a un héroe preparándose para realizar su sagrada misión.
–¡Qué suerte poder ver así a las personas!– suspiró Guadalupe. –Me encantaría saber qué has visto en mí.
–¡En ti he visto maravillas! He visto un dolor muy grande con el que te identificas demasiado, pero tú no eres ese dolor: tú eres aquello que hagas con él. De momento, gracias a ese dolor y a la profunda tristeza que lo acompaña, te has convertido en la lectora, mi lectora, y, gracias a ti, este viejo árbol ha podido adentrarse en mundos fascinantes. ¿Te parece esto poca cosa?
Guadalupe no respondió, pues sabía que no hacía falta hacerlo.
–Pero en ti he visto mucho más: he visto una valentía dormida que anhela despertarse y actuar, he visto una fuerza capaz de hacer añicos muros y barrotes, he visto una creatividad capaz de inventar una nueva vida para ti… ¡Y no solo para ti! El mundo es grande, Guadalupe, y está lleno de oportunidades para aquellos que osan aventurarse en él.
El primer día del tiempo nuevo.
Un cuento filosófico de Mercè Alegría.
Prólogo de Emilio Carrillo.
Ediciones Ende y www.evoludica.com

sábado, 16 de mayo de 2015

UN MUNDO NUEVO LO NECESITA TODO NUEVO.

Un tiempo nuevo necesita una nueva forma de medir el tiempo.

Un futuro nuevo necesita una nueva Historia. Quizás, incluso, un nuevo pasado.

Una realidad nueva necesita una nueva filosofía.

Una sociedad nueva necesita una política nueva y a nuev@s ciudadan@s.

Un nuevo juego necesita nuevas reglas.

Un nuevo paradigma necesita nuevas preguntas.

Una pregunta nueva necesita una respuesta nueva. Si no, la ciencia moriría.

Una mirada nueva necesita un nuevo arte. Y sentidos nuevos para apreciarlo.

Un arte nuevo necesita artistas nuevos.

Una nueva vida necesita una nueva forma de experimentar la muerte.

Una Nueva Tierra necesita un Nuevo Cielo.

Un amor nuevo necesita una nueva conciencia. Precisamente de eso va este cuento.

Un cuento nuevo necesita, sin embargo, la presencia de los mismos símbolos.

Lo eterno es lo eterno es lo eterno... Es.

UNA VIDA NUEVA TE NECESITA A TI.
A TI, QUE SIENTES QUE NECESITAS UNA VIDA NUEVA.

viernes, 15 de mayo de 2015

LOS SÍMBOLOS

Los símbolos son fascinantes ventanas que se asoman a lo desconocido

Los símbolos son las palabras con las que el Gran Misterio escribe sus poemas.

Los símbolos son fuente de revelación a la que llegamos sedientos.

Los símbolos nos unen al Gran Misterio como ninguna otra cosa.

Los símbolos están por todas partes.

Todo es susceptible de tener una lectura simbólica.

Busca el símbolo que quiere hablarte y deja que se sincere contigo.

Tu casa es simbólica. Tu vida es simbólica.

Si quieres cambiar tu vida, cambia tus símbolos.

Encuentra el nuevo símbolo que ahora necesitas.

Símbolos. Metáforas. Alegorías,




lunes, 11 de mayo de 2015

DESEO Y AUTOCONOCIMIENTO

En mi voluntad de expulsar a los mercaderes del templo, procuro estar atenta a responder desde la conciencia a la voracidad del consumismo. Un paseo por Barcelona puede ser, además de un gran placer, una prueba de coherencia.

Ayer viví una inmersión en el seductor barrio del Born: un lugar hermoso lleno de cosas hermosas. Desde los escaparates, los objetos emulan a la prostitutas de Amsterdam y apelan a nuestros más reprimidos deseos. Y como quien  no puede evitar excitarse ante la tentación de la carne, hubiera resultado fácil dejarse poseer por cualquiera de aquellas mercancias, ya fueran bolsos, zapatos o vajillas de exquisito diseño. Afortunadamente era domingo. Afortunadamente huyo del despilfarro. Pero constato el deseo, porque el deseo existe: el deseo de poseer más y más y más objetos. El deseo como prueba sagrada.

Escucho una voz que se parece a la mía recordarme que de nada sirve reprimir deseos, que los deseos están para ser satisfechos. Entonces recuerdo la conversación que entablan Piero, el agricultor, y Dóron en el capítulo 15 de El primer día del tiempo nuevo, cuando el sabio protagonista le recuerda a su interlocutor: "(La conciencia) habla de sí misma a través de los deseos. Si no te gustan tus deseos, en vez de sentirte culpable, alégrate: tu conciencia ha entrado en transición". Así me siento: un ser en transición al que de nada le sirve negar sus deseos, por incómodos que le resulten. ¿Cuál es el consejo que Dóron le da a Piero? Sorprendente: cae en la tentación, no te resistas, no luches. Un método peligroso, dice el chico. Tal vez, pero el único verdaderamente efectivo: solo puedo dejar de desear viviendo plenante ese deseo hasta el final. Es "cayendo en la tentación", mirándole fíjamente a los lascivos ojos de nuestro objeto de deseo y dando rienda suelta a nuestras pulsiones que lograremos dejar de desear, aunque sea momentáneamente... Saciándonos... Saciándonos para inmediatamente volver a desear otra cosa, un nuevo objeto del deseo que parece llegado para sustituir al aneterior en un serie infinita. 

¿Cuándo se acabará el deseo? Solo cuando conozcamos su origen. Tiene tanta fuerza ese "objeto del deseo" que nos olvidamos del sujeto. ¿Quién desea? Yo, respondería cualquiera... ¡Cómo si tuviesemos la más mínima idea de quién es ese "yo"! El contenido de esta sílaba mágica, de esta palabra que va de boca en boca sin que nadie sepa de qué está hablando, es tan huidizo como tu propio culo cuando intentas vértelo por encima de la espalda. 


¿Será ese "yo" la clave del deseo, el responsable de la insaciabilidad humana? Pienso ahora en el "yo" no como sujeto, sino como objeto: el deseo nunca cesa porque nunca hallamos lo que en verdad estamos buscando, ningún objeto nos satisface definitivamente porque todos los objetos son trasunto de un objeto invisible. Tiene senido. Entonces, ¿se puede saber qué estamos buscando? ¿Qué perseguimos en todas las cosas? ¿Qué, sino a nosotros mismos? 


Quizás no haya más objeto que el sujeto, así del deseo como del conocimiento. 


Tenía razón el lema del Oráculo de Delfos. Siempre la tuvo: Conócete a ti mismo. 


Pues solo cuando Te descubres a Ti mismo, el caos se ordena.


Por cierto, al final caí tres veces en la tentación (los libros a 1€ son mi perdición, lo reconozco):


La vida y Las moradas, de Santa Teresa de Jesús. 


La poética del espacio, de Gaston Bachelard.


Y Hiperión (Versiones previas) de Friedrich Hölderlin.


¿Deseos paradigmáticos? Nuestros deseos nos revelan a nosotros mismos con elocuencia.



sábado, 9 de mayo de 2015

EL MITO COMO ESPEJO

Como amante de ese símbolo iniciático por excelencia que es el laberinto, hay un mito que me fascina por encima de otros: el del Minotauro.

Como si de un cuento de hadas se tratara, tenemos a una princesa, a un héroe y a un monstruo, triángulo que se repite con frecuencia en mitos y cuentos (la leyenda de San Jorge es un buen ejemplo). 

La princesa siempre simboliza el alma. El héroe, el personaje en el que el alma encarna. En este caso podríamos relacionar el famoso hilo de Ariadna con el cordón de plata que liga nuestro ser espiritual al físico-mental-emocional: Teseo, sin su vínculo con Ariadna, sería fácilmente víctima del Minotauro (su animalidad personal) y del propio Laberinto (el intrincado camino de la vida humana). Dicho de otra manera: encarnamos para fortalecer el vínculo con nuestra alma y vencer nuestros más bajos instintos, enfrentándonos a las pruebas que nos trae el difícil camino de la vida.

Como resulta fácil observar, el mito habla de nosotros, de cada uno de nosotros, y ese es el mismo tema de todos los buenos cuentos de hadas. De ahí la imperecedera validez del mensaje de mitos y cuentos.

Pero hay un episodio que forma parte de este mito y que a veces es dejado al margen, siendo para mí el más delicioso bocado de esta historia fascinante.

Tras vencer Teseo al Minotauro con la ayuda de la princesa de Creta (ayuda surgida del amor que esta experimentaba por el héroe) ambos huyeron hacia Atenas, de cuyo trono Teseo era heredero. En su viaje de retorno, hicieron escala en la isla de Naxos… Y aquí la historia da un giro inesperado, en el que el héroe se comporta de forma poco heroica y abandona a Ariadna. ¿Por qué, tras demostrar tanta nobleza y valentía, cae Teseo en tamaña vileza? La respuesta quizás la tenga un dios alegre y borrachín llamado Dionisos, pues parece ser que pudo ser él quien ordenara a Teseo abandonar a Ariadna.

Pero ya hemos dicho que todos los personajes del mito y del cuento hablan de cada uno de nosotros, así que preguntémonos ¿quién es Dionisos en mí?

Primero hará falta narrar el episodio de Naxos. Como antes dije, Teseo abandonó a su dama, es decir, a su alma: el ser humano pierde su conexión álmica, la abandona. Eso provoca la consiguiente pena del alma: el llanto de Ariadna en la isla de Naxos. Todo parece perdido. Pero entonces, ocurre la epifanía: al reclamo de su tristeza desconsolada, acude el dios de la alegría con su cortejo festivo. Por lo visto, él ya estaba enamorado de Ariadna, incluso hay rumores de que fue él quien ordenó a Teseo la retirada para poder desposar a la princesa cretense. Y regresa entonces la pregunta, ¿quién es Dionisos en mí? Dionisos no es otro que Teseo divinizado, es decir, las nupcias entre el olímpico y la cretense no son otra cosa que esa boda al final del cuento de hadas que nos recuerdan que nuestro destino como almas que encarnan para experimentar la vida humana es la divina alegría o, dicho de otro modo, el conocido “felices para siempre” de los cuentos: la alianza alquímica entre todos los aspectos duales de la realidad (luz y oscuridad, espíritu y materia, masculino y femenino, bien y mal… Yin y Yang): el fin de la dualidad, el retorno a la conciencia de Unidad, pero enriquecidos por la historia, es decir, por la experiencia humana.
 

Tras escribir estos párrafos, siento que me conozco mejor a mí misma: esa laberíntica complejidad que a veces experimento y esa hebra de luz que a veces siento. Cada vez que me sumerjo en un cuento o en un mito, alumbrada por la titilante Luz del Símbolo, me reconozco.

jueves, 7 de mayo de 2015

¿ACASO LE ES POSIBLE AL SER HUMANO PONERSE EN PIE SOBRE OTRA COSA SINO SOBRE EL RIESGO?

Antes de adentrarme en la interpretación simbólica del mito del Minotauro, quiero compartir un viejo texto  que forma parte de mi novela inédita Mar y el laberinto (A Ínsua-Ponte Caldelas-Pontevedra, 1996). Es uno de mis capítulos favoritos y espero que lo disfrutes:

ANDAR SOBRE LAS MANOS 
Abandonó la plaza y giró a la izquierda. Dio cinco pasos y vio al acróbata. Bailaba sobre sus manos silbando una alegre melodía y parecía no haberse dado cuenta de que alguien lo observaba con expresión perpleja. De un salto giró en el aire y cayó sobre sus pies justo frente a ella.
–Hola dijo el equilibrista con reverencia bufonesca, sin sorprenderse demasiado al descubrir a su única espectadora.
–Hola contestó Mar repitiendo su gesto.
–¿Qué? ¿Perdida en el laberinto?
El chico, como si no esperara obtener respuesta alguna a su pregunta, volvió a su posición invertida y reinició la danza.
–¿Bailas conmigo? le preguntó a Mar, quien, entre divertida y asombrada, no daba crédito a sus ojos.
–Es que yo no sé bailar como tú bailas contestó.
–¿No te va el rigodón? Si es ese el problema, bailaremos una polka. Yo adoro las polkas, ¿tú no?
Entonces empezó a silbar otra canción y a trotar sobre sus manos, sosteniéndose ora sobre la derecha, ora sobre la izquierda y dando de vez en cuando palmadas en el aire.
–¿Qué, te animas?
–Pero... Es que yo no sé mantenerme sobre las manos.
Como si Mar hubiera pronunciado una frase maldita, al oír aquello el acróbata perdió el equilibrio y cayó. Dio unas cuantas volteretas en el suelo y finalmente se incorporó de un brinco.
–Ay, niña, niña, tú no sabes dónde te has metido. ¿No te dieron ningún folleto en la entrada del laberinto explicándote las distintas pruebas por las que tendrías que pasar? Ya veo que no. Pues bien, tengo que comunicarte que acabas de entrar en una calle por la que sólo puedes avanzar andando sobre tus manos, dando la espalda a lo que tienes por delante y mirando a lo que dejas atrás. Es muy sencillo, mira.
Y de un salto volvió a recobrar su posición invertida, mostrándole a Mar cómo tenía que hacerlo ella si quería salir de aquella calle.
–¿Y no hay posibilidad de retroceder?
–Imposible. Son las reglas de esta calle. Lo dice el folleto.
–¡Pero a mí nadie me dio ningún folleto, yo no sabía que iba a tener que hacer algo tan difícil!
–Yo no tengo la culpa. Yo no he hecho las normas.
Nunca hasta entonces, desde que David la introdujera en el laberinto, había tenido Mar una sensación tan fuerte de estar atrapada. Hubiera querido llorar, gritar, maldecir, pero las piruetas de aquel acróbata la hacían reír, reía a carcajadas cada una de sus cómicas pantomimas.
–Así me gusta, niña. Cuanto más rías, más fácil te será. ¿No te atreves a intentarlo?
–Pero, ¿y si caigo?
–¿Así que ya estás en la fase del “y–si–caigo”? Esos es buena señal, significa que has empezado a planteártelo. Pues te recomiendo que te armes de valor y lo intentes, ya que si no... Mira, ¿ves ese montón de huesos frente a aquel portal? Ellos no fueron capaces de superar la fase del “y–si–caigo”... Y ahí los tienes: un montículo de cráneos, tibias y fémures que la gente confunde con una instalación de arte contemporáneo a la que sacan fotografías para luego presumir de modernos delante de sus amigos. ¿No querrás tú que tus lindos huesitos vayan a parar a la fosa común de los pusilánimes? ¿A que no? Pues venga, ¡a andar sobre las manos!
Mar miró aquel montón de huesos y comprendió que lo único que podía hacer era intentarlo. Se acercó a la pared y, recuperando antiguas artes de colegiala, se apoyó sobre las manos e hizo el pino.
–¡Muy bien, bravo! aplaudía el equilibrista. –Has empezado justo por donde hay que empezar. Ahora... ¡Venga! ¡A andar se ha dicho!
Pero, por más que lo intentaba, parecía que los pies se le hubieran quedado pegados a aquella pared que la sostenía y de la que no era capaz de separarse.
–Vaya dijo el acróbata apenado. ¡Con lo bien que habías comenzado!... Mira, te voy a decir una frase mágica para ver si te sirve de ayuda... Es algo que leí en la introducción de de un libro que me gustó mucho... ¿Cómo era? ¡Ah, sí! Escucha: “¿Acaso le es posible al hombre ponerse en pie sobre otra cosa sino sobre el riesgo?”. ¿Has oído bien? “¿Acaso le es posible al hombre ponerse en pie sobre otra cosa sino sobre el riesgo?”. Repito: “¿Acaso le es posible al hombre ponerse en pie sobre otra cosa sino sobre el riesgo?”...
Esa frase que el equilibrista repetía una y otra vez fue convirtiéndose poco a poco en una canción. Y Mar, seducida por aquella balada que invitaba al riesgo, empezó a danzar sobre sus manos como nunca creyó que pudiese hacerlo. Y así avanzó y avanzó, con la mirada puesta en aquel triste montículo de huesos cada vez más pequeño, más lejano; viéndolo desaparecer y riendo; transportada por aquel cántico hacia el final de la calle.
–¡Ves, yo tenía razón! exclamó satisfecho el saltimbanqui. –Es fácil, muy fácil. ¿Bailamos?
Y, entonando el acróbata de nuevo su canción, bailaron y bailaron, rieron y rieron, hasta que la calle del andar sobre las manos terminó.
–Bueno, ya está. Prueba superada.
Y con un triple salto mortal volvieron a colocarse sobre los pies.
–¡Qué fácil ha sido! exclamó Mar, jadeante.
–Ya te lo dije, está chupado. Todo consiste en superar la fase del “y–si–caigo”. Una vez das el primer paso, ya casi has llegado al final.
Al despedirse del equilibrista, Mar quiso saber de quién era aquella frase que la había salvado de acabar en la fosa común de los pusilánimes.
–No sé contestó el saltimbanqui. No lo recuerdo. Me imagino que de un señor listo y con bigote.
Y, volviéndose a colocar sobre la palma de las manos, el joven acróbata reanudó su danza.
–¡Estaba tirado, ya te lo dije! repetía al alejarse. Y yo nunca miento.



Como yo sí recuerdo quién fue el señor listo y con bigote que escribió la frase de poder que utiliza el acróbata, quiero aprovechar la ocasión para agradecérsela al filósofo Miguel Morey. La descubrí en la lectura del pre-texto que escribió en una magnífica edición del poético libro de Jean Genet Para un funámbulo (Ed. José J. Olañeta, 1979). El libro lo presté para siempre hace años, pero recuerdo otra frase del mismo, esta del propio Genet, con la que me sentía muy identificada por aquel entonces: "El suelo te hará tropezar". 

He aprendido a amar el suelo gracias a las raíces de Dóron. No he tenido que renunciar a nada, de hecho nunca hace falta renunciar a nada: se trata de abrazar e integrar. Pero del abrazo integral hablaremos otro día. Hoy tocaba hablar sobre el riesgo, ese perfume en el aire que respiro mientras experimento el gozo del ineludible y necesario salto al vacío al que todos hemos sido llamados.

miércoles, 6 de mayo de 2015

LA SALIDA DEL LABERINTO

Estoy preparando una conferencia sobre el simbolismo iniciático del Juego de la Oca. El tema me llama desde hace años y al fin encontré la excusa para sumergirme en ese océano insondable y misterioso que son sus símbolos: las ocas, el puente, la posada, los dados, la cárcel, la muerte... Y el laberinto, mi símbolo iniciático favorito, viejo amigo y sabio maestro.

Dice la RAE que un laberinto es un  Lugar formado artificiosamente por calles y encrucijadas, para confundir a quien se adentre en él, de modo que no pueda acertar con la salida y, por ende, una Cosa confusa y enredada. Pero, ¿no es laberinto, la vida? ¿Un laberinto cuya única salida posible sería la muerte? Así vi a mi amigo durante mucho tiempo: como una trampa que me atrapaba y a veces hasta me enamoraba. Fomentaba mi confusión, sí, y alimentaba mi frustración, también, pero siempre me obligaba a seguir adelante y a crecer con cada nuevo paso.

Sin embargo, a medida que fui adentrándome en él, y de forma proporcional al amor que en mí iban despertando sus regalos de sabiduría, el laberinto me empezó a mostrar otro rostro mucho más amable.

Existen dos tipos de laberintos. Uno, el de caminos intrincados, encrucijadas sin fin, callejones sin salida y máxima sensación de extravío. Ese territorio de angustias fue mi laberinto al principio. Sin embargo, a medida que aprendí a relajar mi cuerpo, a calmar mi mente y a apaciguar mis emociones, un nuevo concepto de laberinto emergió: el laberinto clásico o perfecto, ese que aparece en grabados rupestres por todo el planeta, el que fue plasmado sobre el suelo de algunas famosas catedrales como expresión de un ordenado trayecto iniciático. Ese laberinto solo tiene un camino, un único camino y un único acceso. Cuando recorres este tipo de laberintos, la confusión te sigue y te persigue, como una sombra de tu propia sombra, pero el orden que gobierna el trayecto acaba por imponerse: quizás no entiendas porqué el camino ahora gira a la derecha, o lo hace a la izquierda, pero sabes que tu camino es el camino y te comprometes con él dando un paso y otro más hacia adelante. Y ¿qué hay delante? ¿Cuál es el destino de tus pasos y de los míos, de todos los pasos  en el laberinto? El destino es alcanzar el centro, es decir, el callejón sin salida absoluto, la última frontera.

Imagínate allí. Has recorrido tu camino, muy confusa y angustiosamente al principio, más conscientemente después… ¡Y todo para llegar a un callejón sin salida! ¿Un chiste cósmico? No, la última lección del laberinto: encontrar la salida donde aparentemente no la hay.

Algunos no comprenden nada y piensan que se sale por donde se entró. Yo pensaba así unos años atrás. Pero, recientemente, he creído comprender dónde está la salida cuando la vida te sitúa ante ese muro infranqueable: la salida no es ir hacia atrás, sino ir hacia adentro.

Cuando comprendes que la salida del laberinto está en ti y siempre estuvo en ti y siempre estará en ti… En adentrarte en tu centro y reconocer tu Ser… Entonces, puedes recordar el mito de Teseo y Ariadna, y sus símbolos te hablarán con claridad diáfana y te revelaran tu verdadero rostro, es decir, el mío y el del Todo.


Pero eso dejémoslo para otro momento.



martes, 5 de mayo de 2015

CRISIS Y REVELACIONES

Recientemente he escuchado al sabio cabalista Michael Laitman explicar cómo la Cábala concibe la realidad. Dice que esta es vista con doble aspecto: aquello que me ha sido revelado y aquello que no me ha sido revelado todavía y, por lo tanto, permanece oculto a mí.

Ocurre que, a medida que nuestra conciencia se expande, más nos es revelado (recordemos aquello de que cuando el alumno está preparado, aparece el maestro). Y, ¿cómo suele llegar la revelación (es decir, la expansión de conciencia)? Pues mediante un estado poco gustoso al que llamamos crisis... Esa palabra que siempre asocio con la crisálida, un estado de transición de un estado inferior a uno superior en el camino evolutivo de nuestra conciencia.

En el capítulo 4 de El primer día del tiempo nuevo lo encontramos expresado de este modo:


Dóron la miró. Los árboles miran sin ojos y su forma de mirar es profunda y penetrante. Ven lo oculto, lo que queremos esconder por vergüenza o incluso por simple ignorancia. No temen la sombra porque saben que es en la sombra donde duermen todos nuestros potenciales. Por eso él ya podía ver las alas de Mel agitarse con perfecta iridiscencia, ya podía sentirla volar, jovial y liviana, alrededor de su gran copa.
–Tu metamorfosis es inminente, pequeña Mel– susurró Dóron con cariño. –Tu miedo, tu tristeza, tu mal humor, tu falta de autoestima, tu desconfianza en el proceso de la vida… ¡son solo indicios! ¡Síntomas!
–¿Indicios? ¿Síntomas? ¿De qué?
–De que estás entrando en crisálida.
Mel se estremeció. Esa palabra le producía escalofríos. Conjuraba todos sus terrores: oscuridad, soledad, encierro, incertidumbre, dolor…
–¡Odio la crisálida!– exclamó, enfurecida. –¡Prefiero reptar toda mi vida por el triste suelo antes que encerrarme es “eso”!
Dóron no podía creer lo que oía.
–Pero Mel, ¡ese es el único camino para tu metamorfosis! Para eso sirven las crisis y las crisálidas: para transformarnos en aquello que en verdad ya somos. Debes comprender que, siendo como eres una oruga, tú ya eres una mariposa. 

Al final del capítulo 15 -el que refleja la conversación entre Dóron y Piero, un agricultor ecológico que esconde sus contradicciones- el sabio roble que protagoniza el libro le dice al chico: Si no te gustan tus deseos, en vez de sentirte culpable, alégrate: tu conciencia ha entrado en transición. El momento del cambio nunca suele ser fácil. Vívelo plenamente, con todas sus contradicciones y, sobre todo, sin culpabilidad.

La Tierra tiembla periódiamente, terrible y devastadora. Así mismo, nosotros temblamos periódicamente: la adolescencia, la crisis de los treinta, la síndrome post-vacacional, un despido, tres divorcios,  mil insomnios, tres millones de preguntas sin respuesta... Sea cual sea nuestra crisis, aprovechémosla: es el momento de esperar revelaciones. Quizás si no estamos pendientes de esa droga dura que es SUFRIR, tal vez si a pesar de la confusion estamos dispuestos a AMAR, entonces puede que algo que estaba oculto se revele. Seguramente lo hará en torno a un símbolo, frontera sensible entre los dos aspectos de la realidad, fuente de revelaciones. Por eso, si estás viviendo una crisis... Busca qué símbolo se repite, o qué mito o cuento de hadas se esconde tras ella. Si puesdes encontrar el tesoro oculto en el fondo de esta oscura cueva llamada crisálida... Perdón, crisis... Entonces... Prepárate para vivir la dicha de la revelación, en el más puro sentido cabalístico del término.




lunes, 4 de mayo de 2015

Mucho ojo a la sincronicidad

Quiero compartir algo que ayer tarde me dejó pasmada.

Desde hace un cierto tiempo, las sincronías resultan más frecuentes y espectaculares. De hecho, algunos empezamos a vivirlas con normalidad, pues sin duda son más normales de lo que parecen. Siento que, cuanto más aceptamos su presencia en nuestras vidas, más se manifiestan. Aún así, a veces su irrupción nos puede sacudir con la fuerza de un huracán. Una gran sacudida fue para mí lo sucedido ayer.

Estaba hablando por teléfono con un amigo, con la mirada perdida en la pared de mi cocina. De repente, la creatividad se apoderó de mi mirada y vi las dos teteras en las que mis ojos se habían fijado transformarse en dos cabezas animadas, conversando entre ellas. Fue una visión fugaz y muy divertida, una travesura infantil de mi hemisferio derecho. Al colgar, pensé que podía pintarle ojos a las teteras... O, mejor aún, pegarle unos ojos adhesivos. Entonces mi mente empezó a buscar dónde comprarlos hasta que le di la orden de dejarlo estar, pues mi compañero acababa de llegar a casa y me dirigía a su encuentro para darle la bienvenida.

Cuando entro en la habitación, él está vaciando su mochila. De ella extrae algo que me entrega, diciéndome: "Toma, mi madre me ha dado esto". Cuando lo veo, no puedo creerlo: ¡es una bolsa de ojos adhesivos! Cuando hoy le ha preguntado a su madre por qué le dio aquello, ella ha respondido que no tenía ni idea de lo que era.

Mi mente racional querría comprender este hecho fuera de toda lógica. Las posibilidades que tiene un ser humano de recibir como regalo un paquete de ojos adhesivos son muy remotas, tanto que muchísimas personas vivirán largas vidas sin que les ocurra tal cosa. Pero las posibilidades de recibir una bolsa de ojos adhesivos dos minutos después de haber experimentado el deseo de tenerlos resultan tan imposibles que el hecho se vuelve estremecedor... Y fascinante.

Mi mente racional querría comprender este hecho fuera de toda lógica, pero la lógica no sirve para entender la magia de la Vida.

¿Son las sincronías el lenguaje con el que el Gran Misterio nos habla? ¿O es su manera de hacernos cosquillas? En la vida hay más preguntas que respuestas.

Eso sí, agradezco el simbolismo de este potente regalo: OJOS.

domingo, 3 de mayo de 2015

El supremo amor

Para empezar os propongo una hermosa meditación.

Mirad este vídeo en un momento de calma, con la mejor imagen y el mejor sonido.

Olvidad de qué va la escena.

Olvidad que del italiano solo pilláis palabras sueltas.

Simplemente vivid la belleza y observad a la sensual representación de nuestro cuerpo físico, mental y emocional cantar votos de amor con el liviano cuerpo espiritual.

Coche y conductor, vamos...

Pero declarándose amor eterno, celebrando su boda alquímica y sagrada, el baile final en un buen cuento de hadas.