Hay unos versos del
poeta místico sufí Rumi (nacido en Afganistán, pero que vivió gran parte de su
vida en Turquía) que dicen así:
"En algún
lugar, más allá del bien y del mal, hay un jardín, me reuniré contigo ahí”.
Ese jardín es el
Jardín de la Oca, la casilla 63 del tablero de este juego lleno de secretos
que el príncipe florentino Francisco I de Medici regaló a Felipe II, y cuyo
origen suscita inumerables teorías que lo conectan con los Templarios, con el
Camino de Santiago, con otro camino mucho más largo y antiguo llamado Callis
Ianus, con la misteriosa isla de Creta incluso con el Antiguo Egipto. ¿Por qué
no la Atlántida?
Del Juego de la Oca
me interesa sobre todo el estudio de los símbolos y su aplicación al camino de
la vida, pues este es el verdadero peregrinaje de cada ser humano y la fuente
principal de sabiduría que existe. Por eso quiero hablar hoy del número 5 y del
número 9... Y de la casilla 59... Y de la ya nombrada casilla 63, que suma 9.
Para ello, los grandes maestros del número -que son los pitagóricos- me guían.
En el Camino de las
Trece Ocas, estas están situadas siempre en casillas cuyo número suma 5 o 9. El
número 5 es conocido como el número del ser humano y puede ser representado
como una estrella de cinco puntas, en la que vemos cabeza, brazos y piernas:
visualizad por un momento al Hombre de Vitrubio que dibujó Leonardo da Vinci y
ahí lo tenéis. También era conocido por los pitagóricos como el número de la
hierogamia (el matrimonio sagrado), y representa la unión del primer número
femenino (2) con el primer número masculino (3): 2+3=5. No, no me olvido del 1:
para los pitagóricos el 1 es el Uno, la Unidad del Todo, y por eso se lo
considera aparte. Con ello ya nos dice algo: el ser humano es la unión de lo
femenino y lo masculino, pues no solo nacemos de la unión un óvulo y un
espermatozoide, sino que además en nosotros mismos, en nuestros propios
cerebros, seamos hombres o mujeres, exite un hemisferio femenino y otro
masculino. Pero también podríamos obtener el número 5 de la suma de 4+1. Y eso,
¿qué nos quiere decir? 4 es el número de la materia y 1… 1 es el Uno. De manera
que esto añade una nueva dimensión al significado del número 5 y nos dice que
el ser humano es materia y Uno o, dicho en lenguaje no pitagórico: divinidad,
aunque yo prefiero llamarla Consciencia. Todo esto puede ser desarrollado
ampliamente, pero por el momento voy a dejarlo aquí.
Si, jugando al
Juego de la Oca, empezamos sacando un 5, esa oca nos lleva a saltar al 9.
Vamos, pues, a hablar de este número: el número del retorno a la Unidad… Es
decir, al Uno. Es decir, a la Consciencia de Ser Uno con el Todo: con la
humanidad, con la Tierra, con el Cosmos y con el Gran Misterio de lo
desconocido. Al final del camino es un 9 el que nos espera, pues esa es la suma
de 6+3, la cifra del Jardín de la Oca, que representa el Paraíso Terrenal, que
no es un lugar sino un estado de Consciencia al que se llega… ¿Cómo? Bueno,
pues evidentemente enfrentándonos a las venturas y desventuras del camino: La
Posada, Los Dados, El Pozo, El Laberinto, La Cárcel y La Muerte. Pero la oca
que nos catapulta directamente allí es la que está situada justo después de la
casilla de la calavera, es decir, la 59. 5 y 9. Los dos números de las ocas.
Dos es la dualidad: bueno-malo, bonito-feo, agradable-desagradable,
divertido-aburrido… No sigo porque todos sabemos perfectamente a qué me
refiero, ya que nuestra mente se pasa el día separando, discriminando, manifestando
la dualidad. Esto es prefecto, pues para eso sirve la mente, y esto es lo que significa haber mordido la manzana del Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal: perdimos el Paraíso a cambio del conocimiento, y al conocimiento se accede viviendo la dualidad. Mas solo aquellos
que trasciendan la dualidad –los que logren amar lo que Es sin discriminar
entre ambos aspectos-, únicamente esos alcanzarán a vivir en el Paraíso
Terrenal y serán ellos mismos el Cielo en la Tierra, pues el Paraíso no es un lugar, sino un estado de Consciencia de Unidad con el Todo.
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