lunes, 11 de mayo de 2015

DESEO Y AUTOCONOCIMIENTO

En mi voluntad de expulsar a los mercaderes del templo, procuro estar atenta a responder desde la conciencia a la voracidad del consumismo. Un paseo por Barcelona puede ser, además de un gran placer, una prueba de coherencia.

Ayer viví una inmersión en el seductor barrio del Born: un lugar hermoso lleno de cosas hermosas. Desde los escaparates, los objetos emulan a la prostitutas de Amsterdam y apelan a nuestros más reprimidos deseos. Y como quien  no puede evitar excitarse ante la tentación de la carne, hubiera resultado fácil dejarse poseer por cualquiera de aquellas mercancias, ya fueran bolsos, zapatos o vajillas de exquisito diseño. Afortunadamente era domingo. Afortunadamente huyo del despilfarro. Pero constato el deseo, porque el deseo existe: el deseo de poseer más y más y más objetos. El deseo como prueba sagrada.

Escucho una voz que se parece a la mía recordarme que de nada sirve reprimir deseos, que los deseos están para ser satisfechos. Entonces recuerdo la conversación que entablan Piero, el agricultor, y Dóron en el capítulo 15 de El primer día del tiempo nuevo, cuando el sabio protagonista le recuerda a su interlocutor: "(La conciencia) habla de sí misma a través de los deseos. Si no te gustan tus deseos, en vez de sentirte culpable, alégrate: tu conciencia ha entrado en transición". Así me siento: un ser en transición al que de nada le sirve negar sus deseos, por incómodos que le resulten. ¿Cuál es el consejo que Dóron le da a Piero? Sorprendente: cae en la tentación, no te resistas, no luches. Un método peligroso, dice el chico. Tal vez, pero el único verdaderamente efectivo: solo puedo dejar de desear viviendo plenante ese deseo hasta el final. Es "cayendo en la tentación", mirándole fíjamente a los lascivos ojos de nuestro objeto de deseo y dando rienda suelta a nuestras pulsiones que lograremos dejar de desear, aunque sea momentáneamente... Saciándonos... Saciándonos para inmediatamente volver a desear otra cosa, un nuevo objeto del deseo que parece llegado para sustituir al aneterior en un serie infinita. 

¿Cuándo se acabará el deseo? Solo cuando conozcamos su origen. Tiene tanta fuerza ese "objeto del deseo" que nos olvidamos del sujeto. ¿Quién desea? Yo, respondería cualquiera... ¡Cómo si tuviesemos la más mínima idea de quién es ese "yo"! El contenido de esta sílaba mágica, de esta palabra que va de boca en boca sin que nadie sepa de qué está hablando, es tan huidizo como tu propio culo cuando intentas vértelo por encima de la espalda. 


¿Será ese "yo" la clave del deseo, el responsable de la insaciabilidad humana? Pienso ahora en el "yo" no como sujeto, sino como objeto: el deseo nunca cesa porque nunca hallamos lo que en verdad estamos buscando, ningún objeto nos satisface definitivamente porque todos los objetos son trasunto de un objeto invisible. Tiene senido. Entonces, ¿se puede saber qué estamos buscando? ¿Qué perseguimos en todas las cosas? ¿Qué, sino a nosotros mismos? 


Quizás no haya más objeto que el sujeto, así del deseo como del conocimiento. 


Tenía razón el lema del Oráculo de Delfos. Siempre la tuvo: Conócete a ti mismo. 


Pues solo cuando Te descubres a Ti mismo, el caos se ordena.


Por cierto, al final caí tres veces en la tentación (los libros a 1€ son mi perdición, lo reconozco):


La vida y Las moradas, de Santa Teresa de Jesús. 


La poética del espacio, de Gaston Bachelard.


Y Hiperión (Versiones previas) de Friedrich Hölderlin.


¿Deseos paradigmáticos? Nuestros deseos nos revelan a nosotros mismos con elocuencia.



4 comentarios:

  1. Jajaja, a mi me enseñaron en la escuela guestalt q los deseos acababan poniendo conciencia en ellos mientras los ejecutas, o sea, como casi toda experiencia....bonita reflexión, amiga!!

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    1. Todo surge llevando la información que mi hemisferio derecho trajo a través de Dóron hasta el laboratorio del hemisferio izquierdo. Gracias <3 Muchas, muchas gracias. Por cierto, ¿no estudiarías con Carmen Vázquez?

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  2. Jajaja, a mi me enseñaron en la escuela guestalt q los deseos acababan poniendo conciencia en ellos mientras los ejecutas, o sea, como casi toda experiencia....bonita reflexión, amiga!!

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  3. Otro interesante matiz del deseo:

    http://laitman.es/2010/09/125-escalones-de-unidad/

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