martes, 1 de diciembre de 2015

UNA HISTORIA DE AMOR VERDADERO

La vida es una historia de amor en la que es tan fácil amar a la humanidad como difícil es amar a un ser humano singular, con sus grandezas y sus mezquindades, con sus luces y sus sombras, con sus logros y sus fracasos. Y, de entre todos los millones de seres humanos que poblamos este hermoso planeta, el más difícil de amar es sin duda aquel que nos devuelve la mirada desde el espejo y al que solemos llamar "yo", aunque casi nunca sabemos muy bien quién es ese "yo" al que nombramos. 

No puedo añadir nada más. Todavía tengo que aprender esta lección, a sabiendas de que el amor verdadero empieza cuando logramos aprobar esta importantísima asignatura pendiente.



domingo, 15 de noviembre de 2015

INTEGRARLO TODO, o cómo en el invierno la primavera se nutre del otoño, ese festín que ocurre tras la generosa cosecha del verano

Me pregunté a mí misma: “Lo que estoy viviendo ahora, ¿es positivo o negativo?”.

Y a mí misma me respondí: “Creo que te estás haciendo la pregunta equivocada. Pregúntate mejor si lo que estás viviendo es constructivo, pues nada hay más positivo que lo constructivo”.

A lo cual me contesté:  “De acuerdo. Pero entonces surge en mí otra pregunta: Lo que estoy viviendo, ¿es constructivo o destuctivo?”.

La respuesta llegó, de nuevo, desde mí misma: “Difícilmente hay construcción sin destrucción, pero existe un tipo de destrucción muy nutritiva, cuando aquello que aparentemente se destruye no es desintegrado sino integrado, como las hojas muertas que alimentan las raíces para el surgimiento de una nueva primavera: observa cómo en el invierno la primavera se nutre del otoño, ese festín que ocurre tras la generosa cosecha del verano”.



Al final, siempre es la vida quien responde. Así en lo individual como en lo colectivo. Esta es una verdad que no debe ser obviada ni olvidada, pues cuando estemos perdidos -y, si lo necesitamos, lo estaremos-, será en la vida –esa vida que habla con elocuencia en el acontecer de la naturaleza- donde hallemos una guía fiel y certera.


martes, 3 de noviembre de 2015

Transformar las espinas en rosas: una interpretación simbólica del cuento de La Bella Durmiente

Este artículo va dirigido muy especialmente a todos aquellos que están experimentando las turbulencias previas al gran salto. Me refiero a ese asedio insistente de todos nuestros miedos, los guardianes del umbral que ponen a prueba nuestra firme voluntad de avance. Nos incordian como diablos traviesos y también como cueles demonios torturadores, pero solo están cumpliendo con su función: proteger el tesoro. Y el tesoro no es ni más ni menos que nuestro despertar a una realidad superior, el acceso a una conciencia expandida que nos permita vivir al fin más allá del miedo. Protegen aquello que siempre hemos perseguido bajo todo tipo de formas: el recuerdo pleno de una verdad antigua y que, a la vez, debe renacer mediante la capacidad creadora de la creencia, con la fuerza de la firme intención y haciendo un uso coherente del poder de la pablabra.

Ayer entendí con mayor profundidad que nunca antes un famoso fragmento de La Bella Durmiente al que -y era consciente de ello- no le había acabado de sacar su jugo más sabroso. Me refiero al momento en el que, transcurridos los cien años de letargo para la corte de la curiosa princesa que da nombre al cuento, un príncipe decide adentrarse a través del muro de espinas con el que la zarzas de escaramujo han cubierto el castillo. Otros muchos lo habían intentado antes sin éxito y habían perecido víctimas de los feroces pinchos del rosal silvestre. Pero aquel era el momento justo y él era el predestinado, así que todo fue distinto esta vez.

Pero en esa fecha los cien años ya se habían cumplido, y el día en que la princesa debía despertar había llegado. Cuando el príncipe se acercó a donde estaba el muro de espinas, no había otra cosa más que bellísimas flores, que se apartaban unas de otras de común acuerdo, y dejaban pasar al príncipe sin herirlo, y luego se juntaban de nuevo detrás de él como formando una cerca.

El larguísimo sueño de la princesa en lo alto de la torre expresa simbólicamente la desconexión de la mente racional y el yo espiritual. Cuando la mente racional se activa (gran logro evolutivo para el ser humano, por cierto), se diría que el alma desaparece de escena: recordemos que todas las princesas de los cuentos simbolizan nuestro yo espiritual, alma, o llámese cómo se quiera. Pero, y así nos lo anuncia el cuento en cuestión, hay un momento en el que todo es propicio para el despertar, es decir, para el recuerdo de nuestra identidad espiritual. ESE MOMENTO ES AHORA. De ahí las turbulencias que nos agitan, ese tambalearse de todo aquello que conocíamos como nuestra estable realidad y esa sensación de no reconocernos a nosotros mismos. HA LLEGADO LA HORA DE DESPERTAR A LA PRINCESA DORMIDA. Por eso, cuando el príncipe se acerca a las espinas, estas se han transformadon en rosas y se apartan para facilitar su avance. El muro de espinas simboliza los miedos terribles que parecen confabularse para impedirnos el paso: acerquémonos a ellos con la misma valentía que manifiesta el príncipe del cuento ("No tengo miedo", le responde este al viejo que quiere advertirle de los peligros que le aguardan) y, con el amor como única arma, despertemos a nuestro ser dormido para que el Paraíso Terrenal se manifieste en la Tierra mediante la renovada visión de una conciencia expandida. Que así sea. No temamos nada, pues lo único que puede impedirnos este obligado salto evolutivo de reencuentro con nosotros mismos y de integración de todo nuestro recorrido humano es que el miedo nos haga dar la vuelta y renunciar. ¿Cuántas más vidas necesitaremos para conseguir completar nuestra hazaña? Recordad que no son demonios: solo son miedos cumpliendo su función de guardianes del tesoro: aunque temblemos de terror, avancemos, pues las zarzas se irán apartando a nuestro paso y las espinas se tornarán rosas para celebrar que al fin lo hemos conseguido. Por eso no está permitido rendirse. A pesar de todos los miedos... Ahora es la hora... Ahora, solo ahora, siempre ahora... Ahora o nunca.


martes, 20 de octubre de 2015

EL GRAN SALTO

Como seres humanos, todos somos peregrinos en un largo camino colectivo que, desde los más remotos orígenes de la humanidad, nos ha llevado a conquistar cotas cada vez más altas de conciencia… Hasta llegar al momento actual, un tiempo complejo y trascendente como ninguno en el que la cima de esa montaña que hemos estado escalando se encuentra abarrotada de gente como tú, como yo, como nosotros y nosotras, anhelantes todos de un tiempo nuevo para la humanidad.
Al llegar a la cima, hubo ocasiones en las que nos sentimos superiores a los que iban ascendiendo por tramos anteriores del camino y quisimos aleccionarlos, sin comprender que cada cual tiene su momento perfecto para llegar a la cumbre. Desde hace un tiempo, al fin hemos aceptado que tras cada acontecimiento existe una perfección oculta, invisible la mayor parte de las veces para nosotros, sobre todo cuando estamos involucrados en dichos acontecimientos. Hemos comprendido que la realidad se extiende muchos más allá de lo aparente y que nosotros mismos somos muchísimo más que lo que creíamos ser. Lo hemos comprendido y ahora nos toca experimentarlo.
Los que abarrotamos la cumbre estamos bloqueando el acceso a los que están a punto de acceder a ella. Nuestra responsabilidad individual y colectiva es seguir avanzando. Pero, ¿avanzar hacia dónde? El camino parece haber terminado, se diría que hemos llegado a lo más alto... ¿Será que avanzar es dar un salto al vacío, un salto de fe y esperanza a fin de experimentar las más altas cotas de ese amor incondicional que todos somos y, paradójicamente, todos estamos anhelando?
¿Para qué saltar? Ante todo, por responsabilidad colectiva… Pero también por la voluntad individual de manifestar una mejor versión de nosotros mismos. Hemos llegado a la cima, ¿por qué conformarnos? Podemos sentir que hay una vida nueva esperándonos más allá del salto pues, si hay más conciencia, todas nuestras experiencias van a engrandecerse y, al enriquecerse de este modo nuestra experimentación, nuestras vidas se transformarán prodigiosamente aportándonos más plenitud, más paz, más alegría y una mayor realización.
Pero, ¿cómo saltar? El abismo nos asusta mucho. En su oscuridad habitan todos nuestros miedos. La prueba es definitiva y se exige coraje, el coraje de columpiarnos sobre el abismo mientras nuestros demonios personales nos recuerdan que nunca lo conseguiremos. Cuando el columpio vaya hacia adelante, vislumbraremos el camino de la esperanza, pero este rápidamente desaparecerá y de nuevo llegarán las voces del abismo dispuestas a robárnoslo todo... O poniendo a prueba nuestra voluntad y nuestro compromiso con esa vida nueva, con esa versión mejorada de nosotros mismos que espera poder nacer de las cenizas de lo que ya no somos
Y así, yendo y viniendo en el columpio, podemos pasarnos toda la vida, si queremos… O, peor aún: podemos decidir abandonar la cumbre descendiendo por el doloroso camino que nos ha traído hasta ella. Aunque quizás la única pregunta que deberíamos plantearnos sea esta: ¿POR QUÉ NO SALTAR? Sabemos que ir más allá del salto significa trascender los miedos y hacerlo definitivamente. ¿Te imaginas poder vivir una vida sin miedo, consciente de tu poder y ejerciéndolo con sabiduría? ¿Puedes imaginarlo? Pues deja de imaginar, deja de columpiarte y… ¡SALTA!


sábado, 10 de octubre de 2015

LA VIDA ESPIRITUAL: UN EXPERIMENTO

En todo ser humano existe el potencial de experimentar la vida espiritualmente. No me refiero a seguir dogmas ni rituales, sino a ser a la vez protagonista y testigo de un gran experimento: vivir una vida ordinaria de forma extraordinaria.

Pero, ¿a qué me refiero cuando hablo de vivir la vida espiritualmente? Pues a algo tan simple como vivir una vida consciente, estar abiertos a la maravilla y al misterio, hacer de la fe una varita mágica capaz de crear nuevos horizontes, comprometerse con la esperanza y ejercer la excelencia de lo que en verdad y en esencia somos: auténtico amor incondicional en acción. Quizás podría incluir más elementos en esta descripción, pero con lo expuesto podemos hacernos una idea de que vivir una vida espiritual está al alcance de cada ser humano que se lo proponga.

Recuerdo, en el sublime documental de Werner Herzog La cueva de los sueños olvidados, las palabras del paleontólogo Jean Clottes, director de la investigación de esa cápsula del tiempo que es la cueva de Chauvet con sus pinturas rupestres:

 «Se nos define como homo sapiens, pero no es una buena definición: no sabemos tantas cosas. Más bien somos homo spiritualis

Eso somos: homo spitirualis. Si todavía no lo sabemos, está en nuestro camino evolutivo descubrirlo... O redescubrirlo (así lo afirman expertos en evolución de la conciencia como Ken Wilber). La mente racional, ese gran logro de la humanidad, nos arrebató nuestra conexión espiritual para que, en estadios evolutivos posteriores, podamos reencontrarla liberada de dogmas, como pura experiencia vital... O experimento: así casamos a la mente racional con la experiencia espiritual, haciendo del científico un místico o viceversa.

¿Cómo hacerlo? No es difícil. Hay mucha información a la que se puede acceder: en los textos sagrados de todas las tradiciones religiosas, en escuelas esotéricas, en blogs y páginas webs y en miles de vídeos de YouTube. Hay cursos, talleres, retiros y todo tipo de prácticas en las que podemos iniciarnos. Elige la que quieras, sumérgete en ella sin jamás olvidarte de ser libre y sin tampoco descuidar tu valiosísismo espíritu crítico. Vive y observa, saca tus conclusiones. Te aseguro que ningún experimento vale más la pena que este: conócete a ti mismo y conocerás el misterio más grande del Universo. Como en cualquier experimento, se trata de ensayar y equivocarse tantas veces como haga falta hasta obtener un resultado positivo. No te creas nada ni tampoco excluyas nada por tus prejuicios. Ábrete a los regalos de la experiencia y disfrútala intensamente.

Ensayo-error, ensayo-error, ensayo-error... Hasta conseguir un milagro.



lunes, 28 de septiembre de 2015

COMPROMETIDOS CON LA ESPERANZA

Algunos estamos viviendo momentos de cambios profundos en nuestra percepción del sistema de vida en la Tierra. Lo que nos complacía, ya no nos complace. Lo que anhelábamos, nos resulta indiferente. Nuevas prioridades emergen y todo parece estar cambiando a pasos agigantados. Podemos sentir, quizás, que estamos siendo arrastrados por un torbellino de fuerza que sacude los cimientos sobre los que asentábamos nuestro concepto de realidad. El suelo que pisamos es nuevo cada día. Sentimos que, a partir de ahora, vamos a tener que vivir sin certezas, a veces a tientas y siempre con mucho coraje. El miedo nos tenderá emboscadas en cualquier tramo del recorrido: estemos alerta. Si los miedos nos detienen, nuestra vida caerá irremediablemente en el estancamiento. Solo nos queda avanzar sostenidos por la fe en cada uno de nuestros pasos, absolutamente comprometidos con la esperanza y con el corazón repleto de amor.



domingo, 20 de septiembre de 2015

VIVIENDO EL TIEMPO NUEVO

Muchos hablan de las energías de este mes de septiembre, que para mí empezó dos días antes de la segunda luna llena de agosto, la luna de la cosecha. Como estoy inmersa en un proceso de desconexión exterior para afinar mi reconexión interior, apenas he leído nada al respecto, así que no opinaré. Solo quiero decir que AL FIN estoy empezando a vivir el tiempo nuevo y creo que eso tiene que ver con las energías que están siendo movilizadas en la Tierra. Siento que es un momento perfecto para ir hacia nuestro centro y conectar con nuestra esencia, buscar nuestra verdad para poder construir -desde la individualidad- un proyecto colectivo orientado a la creación de una nueva Tierra. Que nadie se sienta solo ante los desafíos. Auténticas revoluciones están ocurriendo ahora dentro de muchos seres humanos... Y recordad que un solo ser humano es capaz de promover grandes transformaciones colectivas: Martin Luther King, Nelson Mandela, Teresa de Calcuta, Vicente Ferrer, Pepe Mujica... Cualquiera de nosotros. Tú, ¿por qué no? Un mundo nuevo lo necesita todo nuevo. Un mundo nuevo te necesita a ti... Y a ti... Y a ti... Y a mí también. Pero nos necesita nuevos, transformados, auténticos.

Es por responsabilidad con este proceso de transformación interior-exterior que sigo viviendo en un relativo silencio social pues, ¿cómo si no podría oír la voz de mi alma guiándome en el peligroso paso del Estrecho de Magallanes? Es tiempo de verdad y de coraje, de atreverse aunque el miedo siga ahí, tentándonos para que jamás crucemos el puente. Pero solo al otro lado del puente podremos encontrar aquello que tanto y tanto hemos estado buscando, la respuesta a la gran pregunta: ¿QUIÉN SOY YO? En la vida solo hay un trabajo a realizar: NOSCE TE IPSUM, CONÓCETE A TI MISMO. Tan simple que nos asusta. Tan necesario que ninguno de nuestros más íntimos anhelos será posible hasta que saboreemos la respuesta a esta pregunta sagrada.